Viajes en el espejo, Entrevista a Lidia Barugel. Por Guille Bravo

El escritor egipcio que firmaba bajo el seudónimo Ra sitúa en el desierto, doscientos años antes del nacimiento de Jesucristo, a una tribu que ve a través de un pedazo de metal construcciones y objetos indescifrables: Se trataba de la misteriosa ciudad de Nueva York, en el 2008. El mismo encuentro a través del tiempo, aunque más intimo, se da en Otilia Umaga, la novela ganadora del último premio Juan Rulfo de Radio Francia InternacionalOtilia Umaga parece un libro adentro de otro, con las inclusiones infinitas de dos espejos enfrentados. Es justamente un espejo el protagonista final de esta novela, mejor dicho el espejo, que encuentra a las dos mujeres que han despertado amores fatales en distintos puntos del tiempo. Su autora, la argentina Lidia Barugel, que es además escultora y antropóloga, definió el texto premiado como “dos historias de amor desgarrantes, en diferentes épocas, pero que se entrecruzan de una manera extrañísima”.

¿Por qué decidió situar su novela en África?África siempre me interesó. Viajé a ese continente por primera vez cuando tenia 19, sola y a dedo.Desde entonces he vuelto muchas veces y tengo muchos amigos allá. En ese primer viaje iba a Europa y Senegal, Dakar, era una parada obligatoria en aquel entonces. No llegué nunca a Roma, me quedé en Senegal. Fascinada.

¿Qué la atrapó de Senegal?

África es lo idéntico a uno pero ajeno. Lo inmediato pero extraño. En realidad se descubre otra faceta de uno mismo. Lo que en antropología llaman “ajenidad”. Descubrir algo tan diferente. Descubrí los mitos, lo prohibido y permitido, lo tabuado, el asombro detrás de todo eso. Y claro que cuanto más lejos de casa, más ajeno, pensando en “casa” como el refugio, lo propio, lo conocido, sin peligro. África es enorme y misteriosa, bellísima.

Hablando de ese juego de ser uno y otro, en la novela está el espejo.

Sí, el espejo es ya otro, la cita de Borges, al comienzo de la novela, lo dice todo: Nos acecha el cristal/si entre las cuatro paredes de la alcoba hay un espejo / ya no estoy solo. Hay otro.

También en los personajes hay un juego de espejos. Otilia Umaga es débil y poderosa. La otra protagonista, Mara, también.

¿Su poder es la sensualidad?

La sensualidad es el arma ante la dominación ancestral a la mujer. Las mujeres de esta novela descubren que tienen un poder y lo utilizan. La madre de Otilia escapa con un negro. Otilia es rebelde pero se entrega, Mara en cambio no se entrega jamás y va a buscar lo absolutamente prohibido, el tabú.

Otilia Umaga es una novela de mujeres, los pocos hombres que aparecen son débiles y torpes. La autora dice que le cuesta dibujar personajes hombres porque “uno escribe desde lo que conoce”

Lidia Barugel pasa de la mesa de escultura a su Mac blanca, saltando de un arte a otra.

¿Se influencian estos trabajos?

Siento que son dos cosas completamente diferentes. Con la escultura no creo personajes, aunque mi obra es figurativa. Tuve por ejemplo una época en que juntaba nidos de verdad que caían después de las tormentas, los pasaba a cera para bronce y después hacia una muñequita en bronce acurrucada adentro del nido, una figurita delicadísima. Pero esas figuras, del tamaño de la palma de la mano, no estaban vivas, al menos no como Mara o como Otilia

¿Cómo nacen estos seres vivos?

No lo sé exactamente, siento que se me aparecen en Buenos Aires, en cada calle, mi familia me dice que parezco alucinada y que no atiendo la realidad, es un estado delicioso. Asi fue con Otilia, donde todo es erotismo y desenfreno, no en la que escribo ahora.

¿Cómo es ahora?

Una experiencia dolorosa. Escribo una novela que trata sobre una muchacha, Serena, hija de desaparecidos, nace en la ESMA y es adoptada por una familia que son sus apropiadores en realidad, es un personaje entrañable, sucede en Montevideo. Ya he ido varias veces, a sentarme en la rambla, a imaginarla allá, y la veo, muchas veces regreso tristísima.

La dictadura argentina sigue surgiendo como tema literario, parece aun muy vivo.

Mucho, pero no me meto en realidad en el tema de la dictadura, sino en su época, y en esta chica que crece sin nombre y sin origen, ella lo percibe así.

En Otilia hay una mujer que pierde hasta su lengua materna por su esposo: Blanca conjetura.

Esa es la entrega máxima. Blanca Conjetura se entrega completamente, nacida en una España en la que una niña no vale lo que cincuenta varones, como dice el libro.

Su novela trata también sobre dominaciones.

Sí. Y África fue un continente dominado, recordemos Sudáfrica, el apartheid, ¿cómo no situar una historia de dominaciones allí, entonces?

Y los hombres de esta novela empiezan dominando y terminan por ser dominados.

Terminan dominados por amor. El traficante de esclavos es un hombre terrible al que su pasión loca por la mulata lo convierte en frágil. En cuanto a Erik, tan aventurero, tan poderoso en su destierro, también sucumbe y se convierte en frágil

¿Por qué decidió postularla al Rulfo y no a otro concurso?

Porque para mí no hay concurso que tenga mas prestigio que el Rulfo. Era como algo inalcanzable, y en el momento en que puse los originales en el sobre y la dirección en Francia, me dije: si Otilia pensó que nada era imposible y Mara se metió en aquel espejo sin dudar, yo mando la novela y veamos que sucede. Cuando me dieron la noticia de Radio France International, me mire al espejo redondo del perchero de la puerta de casa y dije: esto no está pasando. Fue genial

Había publicado hasta ahora un libro de cuentos, Amores de vidrio, 2007. Aunque había escrito novelas toda la vida sin publicar.

Dice que los cuentos se le hacen cada vez mas breves, mientras que le cuesta terminar sus novelas. “Por ejemplo-dice– tengo ganas de que a Otilia y a Mara les pasen otras cosas.”

Y sin embargo, el libro termina donde debe terminar.

Sí, creo que está terminado. Mara finalmente encuentra a Otilia en el espejo y allá dejo a las dos para siempre.

Revista Alba
París, Francia

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